AURORA CAÑERO

TEXTS

MARGARITA BECERRIL

TEXT OF THE CATALOGUE. January-February, 1991

 

Todos los que tenemos la suerte de compartir con Aurora Cañero horas de trabajo y amistad, quisiéramos que toda la amistad que encontráramos fuese siempre así y que todos los compañeros nos diesen la oportunidad de aprender tanto como lo hacemos con ella. Se trata realmente de un personaje importante que refleja una enorme personalidad, tanto en su manera de ser como en las esculturas que salen de su labor.

 

En el mundo artístico, donde no siempre podemos definir o ver con claridad lo que se nos presenta, Aurora recorre su camino con una firmeza y seguridad enormes, dejando con su obra un alto grado de encantamiento. Es casi como el sendero de las hadas de los cuentos, donde una estela chispeante demanda nuestra atención.

 

Las esculturas de Aurora dicen, con la misma sencillez y belleza con que nos dice el Sol que está amaneciendo, su mensaje, y tienen una presencia genuina y envolvente que hablan de la auténtica dimensión de casi todo.

 

Cuando las formas comunican por sí mismas y atraen la mirada del espectador, tanto que no se puede pasar de una pieza a otra sin volver luego la mirada al punto de origen para recrear y ver algo nuevo que te atrae, te gusta y te divierte contemplar, estás en una exposición realmente especial.

 

La obra de Aurora Cañero tiene esa cualidad, encierra un atractivo extraordinario y desde la primera obra hasta la última que te encuentras en la galería te están ofreciendo un espectáculo mágico de material bien aliñado, aunque hay mucho más en las piezas que se escapa de la estricta ocupación espacial. Se trata de lo que aporta al paso evolucionado de lo intelectual.

 

Cada pieza es una historia sutilmente apuntada que te da pie para imaginar tus propios cuentos.

Aurora te da su pauta y sus símbolos de forma graciosa y directa, tanto que inmediatamente los haces tuyos y puedes iniciar un diálogo muy ágil, en un mundo en el que no hay hielo que cortar.

 

Las obras de Aurora nacen con riqueza, la suya, y son satisfactorias porque su aprehensión resulta fácil. Son optimistas, irónicas y espontáneas. Es entrar en la realidad de algo que, en alguna medida, todos hemos intentado entrar alguna vez.

 

La escultura es, quizás, la disciplina más difícil del arte, por eso es más escaso el censo de escultores y raro encontrar una obra tan vasta como la de Aurora.

 

Años de oficio y buen trabajo hacen que las obras de Aurora sean su mejor tarjeta de presentación y por supuesto que al ver esta exposición la respetemos aún más de lo que ya lo hacíamos.